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1.4.20

Alves dos Reis, el estafador

Nota aparecida en el diario ABC.
https://www.abc.es/historia/abci-alves-reis-falsificador-201202220000_noticia.html



Alves dos Reis, el joven que compró parte del Banco de Portugal con billetes falsos

Casi 90 años después, los expertos aún estudian cómo este falsificador consiguió hacer temblar las finanzas de su país y montar todo un imperio falsificando billetes de 500 escudos

Aunque han pasado casi 90 años, aún hoy los expertos en falsificaciones de todo el mundo estudian las andanzas de Artur Virgilio Alves dos Reis, un joven portugués de origen humilde que, harto de las desprecios sufridos en su juventud por su escaso poder económico, decidió hacerse rico mediante la falsificación de billetes de 500 escudos. Tantos que llegó a poner en circulación un total de 100 millones de escudos, el equivalente al 1% del PIB del país aquel año, hasta el punto de desestabilizar el mercado financiero y sembrar el caos en el Bando de Portugal, emisor oficial del dinero del país.


Lo más soprendente del caso es que tardó en construir todo este imperio delictivo en menos de cinco años, llegando a crear su propio banco y alcanzando las cotas más altas del poder económico y social de Portugal, antes de cumplir los 27.
Nacido en Lisboa el 3 de septiembre de 1898, es probable que Alves dos Reis sintiera desde muy joven la necesidad de enriquecerse lo más rápido posible, sin importar los medios. Quizá desde que vio como se quebraba la empresa de transporte de su padre o cuando sufrió la humillación de la familia de su primera esposa, que hizo todo lo posible por vetar su boda a causa de su inferioridad económica y social.
Es por ello que se marchó a Angola, por aquel entonces colonia portuguesa, para hacer fortuna. Allí llegó gracias a su primera falsificación: un diploma a su nombre expedido por una «prestigiosa» escuela de ingeniería que jamás existió, con el que obtuvo un puesto de técnico en un taller de reparaciones de trenes, donde destacó desde muy pronto. Pero él quería más, y al poco tiempo compró buena parte de las acciones de dicha empresa con un cheque sin fondos. Él chico no quería perder el tiempo.
El poder adquisitivo de Alves dos Reis dio un buen salto al revender las acciones, con las que obtuvo el dinero suficiente como para regresar a Lisboa, comprar otra empresa -esta vez de reventa de coches- y volver a montar otra jugada con cheques sin fondos con la que consiguió estafar a la compañía angoleña de ferrocarriles Ambaca unos cien mil dólares de la época. Pero aquella jugada no le salió bien y acabó con sus huesos en la cárcel, en 1924.


No pudo ser más rentable aquella estancia en prisión, porque ideó el plan con el que daría el golpe definitivo en su carrera criminal, dejando a un lado las operaciones de menor escala y atacando directamente al mismísimo banco de Portugal.
Nada más salir de prisión consiguió embaucar a una importante red de colaboradores, entre los que había embajadores y aristócratas, muchos de los cuales no sabían en lo que estaban participando, con los que consiguió establecer una sorprendente cadena de contratos simulados, cheques sin fondos, compras fraudulentas... todo en el breve lapso de tres años, entre los 24 y los 27 de su azarosa vida.
Pero su jugada maestra consistió en elaborar un contrato ficticio del Gobierno portugués que le permitió imprimir 200.000 billetes de 500 escudos, bajo el pretexto de qué debía cubrir una importante inversión de la Administración central en la colonia de Angola.



Aquel contrato, del que el Gobierno no tenía constancia, estaba plagado de firmas falsas de importantes cargos políticos. Pero la parte más espinosa consiguió salvarla por medio de su colaborador más cercano, José Bandeira, un aristócrata sin ocupación conocida que era hermano del embajador de Portugal en Holanda. A través de él consiguieron registrar aquel contrato falso en un notario y que fuera rubricado más tarde por los consulados de Alemania, Francia e Inglaterra. Y por si no fuera suficiente, Alves dos Reis tradujo el contrato a otros idiomas y falsificó la firma del administrador y el tesorero del Banco de Portugal, sin levantar sospechas.
Pero aún había que imprimir los billetes, para lo que acudieron a una empresa holandesa especializada en papel moneda (aclaración del editor del blog: en realidad Waterlow and Sons es de Inglaterra). En diciembre de 1924 le llevaron al propietario, William Waterlow, el contrato, pidiéndole discreción absoluta «por ser éste un asuto político de importancia».
Aunque Waterlow tuvo alguna pequeña sospecha, lo cierto es que terminó accediendo y un par de meses después recibieron la primera partida, a la que pidió después que le sobreimprimieran la palabra «Angola», para que quedara claro que iba destinada a la colonia, donde el fraude podría pasar más desapercibido.
Los billetes eran tan perfectos como los oficiales, hasta el punto de que muchos expertos aseguran que son tan auténticos como los oficiales, ya que lo único falso eran los contratos y firmas con los que se habían conseguido.
La cantidad total de dinero que imprimieron equivalió nada menos que al 1% del PIB de Portugal de aquel año. Y aunque Alves dos Reis sólo se quedó con el 25% de los billetes, fueron suficientes como para fundar en Luanda su propia entidad financiera -el «Banco de Angola y de la Metrópoli», que apareció en varios artículos de ABC- y comprar 9.000 acciones de las 45.000 que le hacían falta para controlar el mismísimo Banco de Portugal, con el único objetivo de esconder las pruebas de sus estafas.ABC: «La Policía se apoderó de billetes por valor de tres millones de escudos»
Pero su excesivo ritmo de vida, sus adquisiciones millonarias y las investigaciones iniciadas por el diario «O Século», el más importante de Lisboa, hicieron que comenzara a tambalearse su imperio. El corresponsal de dicho periódico comenzó a ver extraños negocios del banco de Alves dos Reis y, tras una exhaustiva investigación de meses, comprobó que el «banquero» actuaba por su cuenta y con dinero falso. Cuando «O Século» denunció el fraude en su edición del 5 de diciembre de 1925, Alves supo que todo se había acabado.
El Consejo del Comercio Bancario comprobó fácilmente que aparecían gran cantidad de billetes con los números repetidos. Y aunque Alves dos Reis trató de huir a Namibia, fue detenido poco después, según contaba ABC en su edición del 7 de diciembre de 1925, en un artículo titulado «Escándalo bancario en Portugal». «En Oporto la Policía se apoderó de billetes de banco por valor de tres millones de escudos, respecto a la autenticidad de los cuales existen dudas», decía.
La noticia dio la vuelta al mundo... Alves acababa de cumplir 27 años.

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